El pasado 22 de Noviembre de 2014 tuvo lugar la sesión «Hablemos de Educación Neoliberal» en el Grupo de Aprendizaje Colectivo de Escuela Abierta donde participo desde hace más de 8 años. En la sesión repasamos la historia y evolución de corrientes como el Liberalismo, Socialismo, Capitalismo, Comunismo… para aterrizar en un marco general donde la Escuela actual reproduce, de forma general, la doctrina y los valores Neoliberales.
Sin embargo, aquí me apetece compartir una de las reflexiones transversales que surgieron en dicha sesión. Se trata de como la doctrina neoliberal promueve una serie de valores, que han permeado en múltiples ámbitos (educación, medios de comunicación…) y que se retroalimenta en las conexiones que se establecen entre los mismos. Sin embargo, las personas y grupos de poder que promueven esta doctrina Neoliberal no se aplican así mism@s.
Podriamos decir, entonces, que el Neoliberalismo construye un marco simbólico para promover determinados valores (fundamentalmente de individualismo y consumo) pero sólo para que sean interiorizados y llevados a cabo por la ciudadanía en general (y no son de aplicación para los promotores de la doctrina de forma que fueran modelos y referentes de la ideología que preconizan). A continuación enumero algunos de esos valores y la estafa que supone la contradicción de no ser asumidos por las propias personas que los proponen:
- La capacidad individual de cada persona para llegar a ser lo que se quiera. Supuestamente mediante la competición, el esfuerzo y la libertad individual cada persona hace posible que cada un@ pueda llegar a donde quiera. Sin embargo, las figuras de poder que promueven la doctrina Neoliberal han heredado inmensas fortunas o sus posiciones de poder, por lo que no han llegado a donde están compitiendo con otros y a través de su esfuerzo.
- La satisfacción del deseo a través del consumo. El valor de poseer materialmente objetos través del consumo genera una satisfacción momentanea, generando un deseo permanente que nunca será satisfecho.
- El estado no debe intervenir en el libre juego del mercado porque éste se regula de forma natural. Además de comprobar como polític@s ocupan puestos en los consejos de administración de grandes empresas o pertenecen a sus juntas de accionistas, vemos como tras los fracasos de la privatización se usa dinero público para realizar «rescates». Si esto se llevara a cabo de forma coherente con las ideas que promueven, una banca privada, por ejemplo, no debería ser rescatada con dinero público porque en el libre juego de la competencia ha demostrado ser más débil que otras entidades similares y debe aceptar su derrota «natural».
- Competencia versus cooperación. Las personas más aptas lo son en competencia con otras personas, por lo que desde el individualismo no tiene sentido pactos que permitan la cooperación. Sin embargo, los grandes grupos de poder económico necesitan hacer pactos en lugar de competir, ¿Qué es el reciente TTIP sino un pacto de intereses?
- Mantener los roles clásicos de género. Desde el Neoliberalismo se promueve una relación clásica entre género: hombre trabajador sumiso a la empresa y mujer ama de casa sumisa al hombre. Claro, Margaret Thatcher, una de las mayores promotoras del Neoliberalismo (o su versión ibérica, Esperanza Aguirre) se caracterizaban por ser grandes amas de casa sumisas (#ironía).
Y, por último, me gustaría rescatar otra estafa más que más directamente tiene que ver con la educación. Se supone que el mercado demanda de forma «natural» las necesidades que existen de formación (relacionadas con las necesidades de producción) para mantener el sistema de forma correcta. Ahora bien, un arquitecto que estuviera sacándose la carrera en 2005 por que el negocio inmobiliario demandaba ese tipo de perfiles profesionales, habrá comprobado como tras obtener su título con posterioridad al 2007 (año de estallido de la burbuja inmobiliaria española que introdujo la actual crisis) tiene las mismas o más dificultades no sólo de encontrar un trabajo digno, sino su primer empleo.