El coltán se trata de la mezcla de dos minerales (no se es un sólo mineral): columbita (COL) y tantalita (TAN). El coltán está presente en la construcción de muchos de los componentes electrónicos de la tecnología actual: electrodomésticos, móviles, tablets, ordenadores, reproductores multimedia, consolas… Y también se encuentra habitualmente en aviones, trenes, maquinaria pesada…
La falsa neutralidad en las TIC
A menudo, en mis cursos y charlas sobre tecnología, hablo del mito de la neutralidad de las TIC. Lo más sencillo es reconocer que las TIC no son neutras porque dependen de nuestra intencionalidad. Pero más allá de eso antes de que una determinada tecnología llegue a nuestras manos y le demos un determinado uso, lo cierto que es estamos ante un «cacharro» que tiene un ciclo de producción mucho más complejo. Antes de nuestro uso se han tenido que extraer las materias primas, se ha tenido que fabricar en una cadena de montaje, venderse a través de técnicas de marketing… y finalmente desecharse. Cada uno de esos procesos están cargado de intencionalidad, valores e ideología. En este caso, vamos a reflexionar críticamente sobre el proceso de extracción de materias primas y el proceso de fabricación de los dispositivos electrónicos.
El coltán: explotación desde los primeros momentos del ciclo de producción de la tecnología
La mayoría del coltán que se compra en la actualidad proviene de la República Democrática del Congo. Allí, existen enfrentamientos entre grupos armados y guerrillas para hacerse del control de las zonas mineras en donde se hayan las reservas más importantes.
Por otro lado, en el proceso de extracción, es habitual la explotación y esclavitud de personas (incluso niños). Muchas de las grandes empresas y gobiernos que compran coltán lo saben pero hacen de la vista gorda por el abaratamiento que les supone.
Según Tecnoxplora, el 80% de las reservas de coltán están en el Congo, pero la venta legal y normalizada de estas reservas congoleñas suponen solo el 1% del mercado ‘legal’. Esto significa que gran parte del resto sale del Congo de manera incontrolada por las mafias y conexiones internacionales ocultas. Y eso a pesar de los intentos de algunas compañías por firmar un sistema de certificados para detallar el origen de cualquier coltán.
Y según Planeta Recicla, desde 1998 se libra una guerra en el Congo por el control de las minas y se estima que han muerto más de 5,5 millones de personas. Un trabajador de las minas de coltán cobra en 10 y 50 dólares semanales, mientras que en el Congo el salario de un trabajador ronda los 10 dólares mensuales. Por eso no falta la mano de obra. Sin embargo, la tonelada de coltán alcanza los 400.000 dólares en el mercado internacional.
En ocasiones se ha argumentado que hay una falta de regulación y mecanismos de control sobre las empresas y gobiernos que se conviertes en cómplices de esta situación (algunos testimonios y datos interesantes en esta noticia de eldiario.es). Amnistía Internacional establece que el 80% de las empresas no controla o no revela la procedencia de sus componentes, a pesar de la regulación existente.
Pero no sólo las empresas multinacionales y los gobiernos son cómplices. Nosotr@s, como usuari@s y consumidores/as de tecnología, también somos corresponsables de esta situación. Y esto nos lleva al siguiente punto.
¿Hay alternativa al coltán?
Como ocurre a menudo en los procesos de producción capitalistas, las alternativas a los productos ya implantados masivamente y que están generando enormes beneficios a las empresas explotadoras, no son muy visibles. Ni se fomentan ni se investigan como debieran. Sin embargo, sí podemos encontrar algunas alternativas:
- Como primera medida, y sin necesidad de grandes compromisos, debemos alargar la vida útil de la tecnología o el reciclaje de la tecnología que usamos. A menudo cambiamos de móvil sólo por adquirir un modelo más moderno. ¿Es ese un consumo responsable? Un proyecto interesante que nos ayuda a reparar nuestros propios dispositivos para alargar su vida útil son los Repair Café, lugares de libre acceso donde podemos quedar con otras personas para reparar junt@s ropa, muebles,bicicletas, juguetes… y también tecnología.
- Adquirir productos electrónicos de comercio justo y/o con certificado de tecnología libre de conflicto. Si, también los hay. Un ejemplo en el mundo de los móviles es Fairphone, o Somos Conexión (mi actual operador de telefonía móvil) en el mundo de las operadoras de telecomunicaciones.
- Adquirir tecnología modular. Esto es, con componentes que se puedan reemplazar si se rompe una parte o se queda obsoleta, sin necesidad de sustituir el dispositivo completo. Aunque hace unos años parecía una tendencia de mercado a las que se sumaron incluso grandes compañías como Motorola, LG, Lenovo, Google… para la construcción de móviles, tablets, smartphones… actualmente no ha tenido la aceptación deseada y muchos de esos proyectos se han estancado. Sin embargo, aún hay algunos proyectos en marcha como el ya mencionado Fairphone, phoneblocks, puzlephone o las posibilidades que nos ofrecen las placas y proyectos de hardware libre.
- Para las empresas fabricantes, existen materiales con propiedades similares al coltán, que se podrían usar en los diferentes productos y componentes. Por ejemplo el grafeno y el polímero de aluminio (incluso con mejores propiedades que el coltán). O los condensadores de cerámica (MLCC), que además son más baratos y ofrecen menor resistencia (aunque por su fragilidad éstos no se podrían usar en algunos dispositivos móviles como los portátiles o smartphones).
- La campaña Tecnología libre de conflicto es una iniciativa de la ONG ALBOAN para dar a conocer la conexión que existe entre los móviles, tablets y ordenadores con la guerra en el este de la República Democrática del Congo. Plantea propuestas de colaboración al alcance de la mano para contribuir a terminar con la violencia: nos permite firmar su campaña en change.org, donar móviles, colaborar económicamente, formarnos y difundir la campaña.
En este artículo nos hemos centrado en el Coltán, pero es importante recordar que no es el único material «problemático». Al mismo nivel podría estar también el Cobalto, también muy presente en la fabricación de tecnología.