Ya escribí anteriormente sobre el auge del fascismo y la ultraderecha en la actual crisis civilizatoria. El actual contexto de crisis sanitaria a partir del coronavirus COVID-19, esta suponiendo también un nuevo marco para que estos grupos se aprovechen para manipular la opinión ciudadana a través de sus mensajes populistas y discursos de odio.
En realidad no es nada nuevo. Los líderes políticos conservadores y los grupos reaccionarios, históricamente, siempre han aprovechado los contextos de crisis para posicionar sus discursos populistas frente a problemas como el paro, la precariedad laboral, la inmigración, la corrupción… Estos discursos no ofrecen una solución real, ni mucho menos justa, pero son fáciles de asumir cuando la ciudadanía permanecemos desinformada y experimentamos emociones relacionadas con la incertidumbre, el miedo, la decepción, la ira, el pesimismo…
Pero, ¿cuáles son las estrategias y técnicas que siguen para posicionar estos discursos? Con la finalidad de reconocer estos mensajes, comparto algunas técnicas que suelen usar estos grupos reaccionarios para aprovecharse de estos contextos de crisis.
Posverdad y fake news
La posverdad se ha definido como un contexto cultural y social en el que la contrastación y la búsqueda de la objetividad son menos relevantes que la creencia en sí misma y las emociones que se genera a la hora de crear corrientes de opinión pública. Un hecho, ficticio o no, es aceptado de antemano por el simple hecho de encajar con nuestros esquemas mentales.
La posverdad también describe la distorsión deliberada de una realidad, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales. Mentir, manipular contenidos, comprar medios, noticias o anuncios en redes, o crear fake news son algunas de las estrategias.
Las fake news son noticias falsas o manipuladas. Se crean con la intención deliberada de engañar, inducir a error, manipular la opinión, desprestigiar o enaltecer a una institución o persona. Además, de una mentira (sobre todo si es repetida y tiene gran difusión), siempre queda algo. Por eso, quien crea fake news, también juega a crearlas en abundancia. De esta forma, se dificulta su detección, contrastar la información y su análisis crítico.
Victimismo
Supone una técnica de manipulación en la que una persona o grupo se disfraza de víctima simulando una situación de agresión o desigualdad de poder para culpabilizar de su situación a su entorno u otras personas. A menudo, se usa el victimismo para instaurarse en la queja permanente sin necesidad de ejercer una (auto)crítica y derivar toda responsabilidad de los problemas a otras personas o entidades.
Igualmente, el victimismo sirve para desprestigiar la postura o argumentación de otra persona colocándolo en la posición de atacante al adversario, por lo que los argumentos racionales y los análisis críticos pasan a un segundo plano en favor de buscar una falsa empatía con la supuesta víctima.
Crear un enemigo común
Esta es también una estrategia histórica. Crear un enemigo común contra el que la ciudadania debe unirse, permite a las personas y grupos conservadores no tener la necesidad de argumentar de forma constructiva y/o propositiva sus propias posturas, se deriva el foco en atacar y responsabilizar de todos los males a un agente externo.
El elemento de unión entre las personas es el desacuerdo, el odio o el miedo hacia una persona o grupo. Como dice el coronel especialista en geoestrategia Pedro Baños en su libro «El dominio mundial. Elementos del poder y claves geopolíticas», una de las 10 claves del poder mundial es la creación del enemigo: Desde que el mundo es mundo, todos los grupos humanos parecen haber sentido la necesidad de tener un adversario, el cual les ha permitido fortalecer la unidad interna de su sociedad y tener un objetivo claro contra el que dirigir sus esfuerzos y ambiciones. Todos contra un enemigo común: potentísima fuerza cohesionadora, quizás la más intensa de todas. Es un sentimiento muy potente y por eso esta estrategia es capaz de unir a personas con ideas muy diferentes sin sentir la necesidad de realizar un análisis crítico de la realidad.
Apropiarse del vocabulario políticamente correcto
Una de las funciones del lenguaje en política es la persuasión, se habla o se o escribe para convencer a los demás de un argumento o teoría. En los discursos de la derecha, a menudo, vemos como se usan palabras contrarias a sus planteamientos políticos como libertad, tolerancia, democracia, justicia, diálogo… Y usan otras palabras como terrorismo, crisis, radicales… para intentar asociar esos conceptos a sus adversari@s, demonizándolos o caricaturizándolos. Y, al mismo tiempo que radicalizan sus discursos contra sus enemigos, enmascaran sus malas acciones con terminología confusa y «blanqueadora»: daños colaterales, indemnización en diferido, devaluación competitiva de los salarios… Otras veces, se emplean otro tipo de términos con carácter más eufemísticos, y apelando a las emociones, para maquillar la radicalidad escondida detrás de sus discursos: patria y unidad, ideología de género, pin parental…
Hoy día, el propio fascismo, sabe que no sería políticamente correcto reconocer en sus discursos el verdadero proyecto político que subyace en su ideología de base. Por tanto, necesita engañar y manipular a la ciudadanía para buscar un mayor apoyo. El pensamiento complejo usa y relaciona conceptos y palabras (aunque no sólo, existe pensamiento sin lenguaje), por lo que si se consigue asociar una serie de términos que usamos al pensar, se podría influir en la construcción del imaginario colectivo de las personas, la cultura y la construcción de nuestros valores. En este sentido, las palabras y los símbolos pueden deformarse hasta decir lo contrario controlando el contexto de lo que queremos decir.
Uso instrumental de la opinión ciudadana
Esta técnica consiste en recoger de la opinión ciudadana sólo aquella parte del mensaje que interesa, simplificando y descontextualizando el mensaje original. El objetivo es asociar un discurso bien posicionado, o la imagen de una persona influyente, con los propios intereses, aún no teniendo una relación directa o no sean complementarios. Durante el 15M pudimos comprobar como much@s polític@s de todos l@s colores hacían un intento de apropiarse de algunos discursos que contaban con un amplío consenso para posicionar de forma interesada sus mensajes e intereses partidistas.
Crear un discurso de odio
Echando un vistazo a declaraciones y publicaciones en redes sociales de figuras como Trump, Bolsonaro, Santiago Abascay y Ortega Smith… podremos comprobar como realizan ataques y discursos de odio contra personas o colectivos diversos que amenazan el pensamiento único que pretenden imponer: libertades sexuales, diferente condición y/o identidad sexual, diferentes razas, etnias o nacionalidades, distintas ideologías…
El discurso de odio pretende movilizar al destinatario de dicho discurso a posicionarse, expresarse o realizar acciones en contra de un determinado grupo de personas. Para ello, se promueve un dogma cargado de connotaciones discriminatorias y que atenta contra la dignidad de una persona o grupo. El discurso de odio contribuye a crear un clima general y creciente de intolerancia (por eso, últimamente, hemos asistido a mayor visibilidad de personas que se sienten con la confianza y seguridad de expresar sus ideas y actitudes intolerantes cuando previamente ejercían la autocensura ya que son conscientes de que sus ideas intolerantes no eran populares ni políticamente correctas). Este es el verdadero peligro de los discursos de odio, hacen que no se necesario que el fascismo tome el poder para que sus ideas puedan permear en el imaginario colectivo de la ciudadanía.
La política del miedo
El miedo como arma de dominación política y control social (la ideología del miedo). El miedo es una emoción que inmoviliza, neutraliza y lleva a la inacción y a la fragmentación social. Naomi Klein nos recuerda en La doctrina del shock que toda crisis es una oportunidad para aplicar políticas de ajuste que en otras circunstancias resultarían inaceptables. Atemorizados, nos convertimos en personas individualistas, mucho más manipulables porque dividiendo es más fácil convencer.
El discurso del miedo se suele fundamentar en la incertidumbre, los discursos de odio o el augurio de males mayores. El sentimiento de miedo también nos desempodera y justifica la existencia de un determinado régimen político que atente contra nuestras libertades básicas: políticas de «seguridad ciudadana» con un marcado carácter represivo, multas que atentan contra la libertad de expresión, endurecimiento de los códigos penales, mayor vigilancia y control por parte de los cuerpos de seguridad…
Críticas o ataques Espejo
Las críticas espejo son aquellas críticas que se lanzan contra otras personas o colectivo que, siendo comportamientos o actitudes realizadas en primera persona, se proyectan en l@s otr@s. Es decir, yo puedo ser una persona intolerante pero aseguro que los intolerantes son l@s otr@s contra mí. A menudo es un aliado del victimismo.
¿Estás de acuerdo con estas estrategias? ¿Crees que faltan otras?