Recientemente leí el libro Utopías contemporáneas. La Comuna de París (1871) y el 15M, de Felipe Aguado Hernández. Felipe es licenciado en Filosofía e Historia y Catedrático de Filosofía (ahora jubilado). Pero lo más interesante es que durante toda su vida se ha implicado en diferentes luchas sociales y políticas, sobre todo desde el marco de la educación y siempre con el horizonte de la construcción de utopía.
Felipe entiende por Utopía: «el ideal de persona y sociedad que no existe plenamente pero que podría y debería existir si nos lo propusiéramos. Se trata por lo tanto de un provecto de persona y de sociedad que entendemos como óptimo, que no está realizado todavía en su totalidad pero que no es imposible de alcanzar, sino precisamente todo lo contrario, es realizable, siempre que se trabaje y se luche por él».
Por su parte, Boaventura de Sousa, en Justicia entre Saberes: Epistemologías del Sur contra el epistemicidio, también nos habla de la utopía como «la explotación imaginativa de nuevos modos y estilos de capacidad y voluntad humanos, y la confrontación imaginativa de la necesidad de todo lo que existe -solo porque existe- en pos de algo radicalmente mejor, por lo cual vale la pena luchar, algo que la humanidad se merece plenamente».
Por tanto, contrario a lo que mucha gente piensa y a menudo se dice, no significa algo imposible de realizar, sino a imposible, sino de algo que no existe en la actualidad. De echo, muchos grandes avances y conquistas sociales fueron utopías tiempo atrás. Gracias la lucha de personas persiguiendo sus ideales.
Por tanto, la utopía es el motor que ha permitido los avances y conquistas sociales. Son las utopías las que mueven a la acción colectiva. Como asegura Castells: «los sueños y los proyectos son el material con el que está hecho el cambio social».
Felipe Aguado también comparte dos elementos básicos para que una utopía pueda realizarse:
- Es una utopía todo ideal de persona y sociedad congruente con los derechos humanos, con las características y capacidades humanas y con las necesidades de conservación de la naturaleza.
- La utopía es posible siempre que se trabaje generosa, voluntaria y organizadamente por conseguirla.
Y también establece algunos criterios de demarcación de la utopía:
- Toda utopía arranca de la crítica de la sociedad establecida, intentando hallar las causas de sus problemas y carencias, generalmente situadas en la propiedad privada y de los medios de producción y en el mal gobierno.
- Toda utopía elabora el diseño de una sociedad ideal, donde los problemas de la actual estarían superados. Para ello habría que suprimir sus causas, la propiedad privada de los medios de producción, sustituida por la propiedad común de los mismos: el comunismo o comunitarismo; a veces formas cooperativas.
- Toda utopía incluye en el diseño de esa sociedad ideal formas de organización política basadas en la democracia directa participativa. Por tanto excluye las formas autoritarias de gobierno.
- Toda utopía establece formas de desarrollo de las personas, basadas en la educación integral, la convivencia, la solidaridad, la igualdad, el respeto a la naturaleza y la pluralidad cultural e ideológica.
- Toda utopía va acompañada de medios de organización y actuación para conseguirla, en los que se debe prefigurar la propia utopía.
Si la utopía es un ideal no realizado, pero posible, como dice Galeano, nos sirve para caminar:
La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
Eduardo Galeano
O, en palabras de Bakunin:
Al buscar lo imposible el hombre ha realizado y reconocido lo posible. Y aquellos que sabiamente se han limitado a lo que creían posible, jamás han dado un solo paso adelante.