Aún con la resaca de la última asamblea de Ganemos Getafe (18/12/2014) me apetece compartir algunas reflexiones personales. En dicha asamblea se decidía la forma jurídica para ganar el Ayuntamiento de Getafe (Agrupación de Electores o Coalición Electoral). No es mi propósito aquí y ahora hablar sobre estas dos formas de presentase a unas elecciones, sobre ello hay mucha información en Google o en la web de la Junta Electoral Central.
Aunque en esta y en otras asambleas, o grupos de trabajo, se reconocía como el aspecto más importante establecer los mecanismos de control o la fiscalización de l@s candidat@s, lo cierto es que era un tema importante que obligaba a las personas y partidos a posicionarse y argumentar sus posturas. Fue también un momento decisivo para que algunas personas o colectivos sigamos participando o no en este proceso, y sobre todo, fue el primer gran debate que visibilizó nuestra forma de trabajar, organizarnos, tratarnos l@s un@s a l@s otr@s… No es para quitarle importancia, esta decisión esta suponiendo un reto para muchos Ganemos de otros municipios.
En mi caso, no descartó sumarme en un futuro a este u otro proceso de confluencia, pero a día de hoy pasaré a un segundo plano y quedaré expectante de ver como evoluciona este proceso u otros que se formen en paralelo. Ahí dejó mis reflexiones a modo de aprendizajes individuales para el que los quiera leer, sentiros libres de comentar y aportar.
Breve análisis crítico
A menudo había un discurso generalizado sobre lo poco que cedíamos las personas en pro de objetivos comunes. Además, al enfatizar el hecho de no ceder, se proyecta hacía l@s demás esta actitud en lugar de ejercer la autocrítica y predicar con el ejemplo. Sin embargo no creo que fuese así. Creo más bien que tod@s estábamos cediendo y nadie lo estábamos reconociendo. Eso podría dar esa visión negativa que proyectábamos hacía l@s demás y que finalmente generaba una actitud poco constructiva que reforzaba los orgullos personales y los estereotipos hacia otras personas y colectivos.
Todo el proceso ha esta marcado por un agobio por las prisas y los tiempos. Esta claro que el objetivo es ganar las elecciones municipales (en Mayo del 2015) y, para ello había que construir algo concreto y presentarlo a la ciudadanía en un periodo corto de tiempo. Además, la situación de muchas personas es ya hoy una situación de emergencia social que necesita una respuesta inmediata. Es obvio que no nos podemos dormir en los laureles. Sin embargo, una vez reconocida esta realidad, creo que se entró en una dinámica poco productiva de trabajo. Algunas decisiones, y más en un proyecto de confluencia que busca la participación de la ciudadanía, requiere de unos ritmos que permitan profundizar en los debates para crear una base sólida que sea sostenible a largo plazo (vísteme despacio que tengo prisa). Creo que algunos conflictos y posturas que se han mantenido a lo largo del proceso puede haberse debido a esto.
Relacionado con el punto anterior, la obsesión fue tal, que muchas intervenciones sólo resaltaban lo importante de avanzar con premura. Ahora bien, ¿que hay menos operativo que ocupar el tiempo repitiendo que no hay tiempo? Para avanzar, una vez reconocida la situación de urgencia, se debe acompañar cada intervención de propuestas concretas que permitan ser valoradas de forma constructiva. De lo contrario, transmitiremos frustración y tensión.
A menudo el tono y las formas de las aportaciones no eran respetuosas ni constructivas. Somos el sector crítico y eso nos hace mirar las cosas con cierta desconfianza. Además, buscar la confluencia con otras personas nos obliga a gestionar nuestra contradicciones e incoherencias. Ahora bien, en el momento que dependemos de esas personas para crear un proyecto común debemos cuidar nuestras formas de comunicarnos para no centrar el debate en justificaciones personales y reforzar estereotipos… Se trata de ser crític@s, no «criticones/as».
Es posible que no hayamos aprovechado los Grupos de Trabajo para operativizar y avanzar en propuestas concretas. Puede que hayamos generado debates innecesarios en grandes asambleas, repitiendo temas, no llegando a profundizar, generando diálogos poco productivos… Dinámicas que pueden reforzar algunas de las actitudes negativas comentadas anteriormente. Quizás creamos tarde los grupos de trabajo y no llegamos a dotarles de contenido ni presentar un trabajo concreto antes de que surgieran otros conflictos.
Por último, me llama la atención cómo se ha usado la lista de correo. Una lista de correo masiva no es el espacio para generar debate, sino para el traspaso de información como convocatorias, envío de actas… Esto que en otros foros donde he participado parecía claro, aquí he visto como se mantenían conversaciones e intercambios de opiniones (en ocasiones subidas de tono). Como no es el espacio real de debate ni toma de decisiones, se perdía información, se generaba ruido, se duplicaba información en las asambleas o, por el contrario, faltaba… Nuevamente, esto refuerza las actitudes negativas: frustración personal, faltas de respeto, agobio por las prisas… Es posible que hubiera sido necesario establecer unas reglas de uso de esta lista y algunas netetiquetas.
Propuestas de futuro
- Un cambio de enfoque: de lo negativo hacia lo positivo. En muchas ocasiones se han realizado intervenciones sobre las «líneas rojas», puntos concretos a los que algunas personas o grupos no estaban dispuestos a ceder. Sin embargo, no se han reconocido con la misma intensidad los puntos que nos unen. Es útil establecer nuestras ideas fuerza compartidas para reafirmar nuestros puntos en común por encima de las diferencias. Si no las visibilizamos es imposible que estén presentes. Tal y como hemos analizado antes, ¿Qué habría pasado si cada intervención para remarcar qué nos separa o nuestras «líneas rojas»se hubiera traducido en algo que nos une?
- Cuidar nuestro lenguaje, el tono y las formas. Debemos tener en cuenta que cada vez que nos expresamos lo hacemos a un grupo numeroso de gente diferente: en edad, conocimiento, ideas… Por tanto, antes de hablar quizás debamos repasar mentalmente nuestro discurso, asegurarnos que será entendible para cualquiera, que no sea ofensivo, usar terminología inclusiva…
- Buscar diferentes espacios de relación que se complementen. Tras las asambleas o reuniones de grupos de trabajo hemos tenido ocasión de vivir momentos informales en bares donde hemos podido debatir sin tensiones y profundizar en las relaciones. Es posible que esto pueda regulado en procesos participativos para aprovechar estas oportunidades.
- Realizar jornadas temáticas (en asambleas o de forma paralela). Juntar muchos temas en una asamblea es poco realista y cuando no se abarca todo lo previsto caemos en la frustración y la tensión. Crear momentos específicos para profundizar en un tema en concreto (o formarnos sobre un determinado aspecto) puede permitirnos abordar dicho tema de una forma más relajada.
- Usar herramientas complementarias. Actualmente las TIC nos permiten abrir múltiples espacios de expresión y toma de decisiones. Se trata de complementar nuestra acción presencial con la online, nunca de sustituir (una lectura sobre esto: Claves para crear herramientas TIC para la participación política).
- Relativizar nuestros niveles de coherencia. Cuando apostamos por un proyecto de confluencia debemos aceptar que nuestro punto de vista no será compartido al 100% por todas las personas. Hay que poner en una balanza hasta donde se cede y a cambio de que bien común superior. Este es un tema muy complejo que requiere profundizar y matizar mucho, pero a menudo he visto que nuestra coherencia al final nos lleva a la inacción por la imposibilidad de poder llevar a cabo nuestras ideas desde la individualidad. Cuando es así, el principal beneficiario de nuestra coherencia no somos nosotr@s mism@s, sino nuestro enemigo, ¿qué hay más incoherente? En cualquier caso, participar de un proyecto compartido no tiene por que ir en detrimento de nuestra independencia de acción y podremos seguir actuando en otros espacios complementarios con otras personas.
- Por ultimo, pensar desde la lógica de la transformación que la sociedad necesita, no sólo la más «fácil o realista». De lo contrario crearemos fórmulas poco transformadoras y el sistema tiene la capacidad de absorber aquellas que no sean de verdad revolucionarias. En el caso de Ganemos Getafe, creo que se puso más énfasis en crear una nueva iniciativa electoral para ofrecer a la gente algo diferente que votar, pero la verdadera transformación no consiste en buscar votantes, sino en implicar a la ciudadanía en la política de su municipio.
Muy interesante, Adri. Gracias! Lo comparto!
De nada! Gracias a tí por compartir y me alegra que te parezca interesante.