Deuda económica vs Deuda ecológica ¿Quién debe a quién?

La deuda externa hace referencia al dinero que los países más empobrecidos deben a los países enriquecidos y a entidades como el Fondo Monetario Internacional o el banco Mundial por los préstamos recibidos en algún momento. Se compone de deuda pública (la contraída por el Estado) y deuda privada (la contraída por empresas y particulares).

Según Wikipedia, el origen de esta deuda para muchos países se sitúa en 1973, cuando el precio del petróleo se multiplicó por cuatro. Los países productores ganaban enormes cantidades de dinero, y muchos bancos privados acudieron a estos países con tipos de interés extremadamente bajos. El 60 % de los créditos fueron a países empobrecidos. En el caso de América Latina, varios países de la región se encontraban bajo regímenes dictatoriales, que contrajeron deuda de manera imprudente o deliberada. A finales de 2000 sucedieron cuatro hechos perjudiciales para estos países:

  1. Subieron los tipos de interés (se multiplicaron por cuatro desde finales del año 1970 hasta principios del año 1980), lo que precipitó la crisis de la deuda del año 1982, que se manifestó con fuerza en los países latinoamericanos. En ese momento, se fomentó la adquisición de nuevos préstamos para hacer frente al pago de deudas impagables, provocando a raíz de esto la catástrofe económica de esa década y la multiplicación de la deuda.
  2. Se apreciaba fuertemente el dólar.
  3. Cayó el comercio mundial y se despreciaron las exportaciones del Sur que no eran petróleo.
  4. Se iniciaron los Planes de Ajuste Estructural (PAE).

Entre las consecuencias de los Planes de Ajuste Estructural (PAE) destacan: la subida de precios, disminución de salarios, aumento de enfermedades por escasez de medicamentos baratos, aumento del trabajo infantil para apoyar la economía familiar, privatización de servicios básicos, despidos, economía sumergida y desocupación, explotación masiva de recursos naturales…

Por tanto, supuso una expansión del modelo capitalista existiendo una transferencia de recursos de los países de la periferia hacia el centro y generándose una dependencia de estos países. Sin embargo, según Gabriel Wüldenmar Ortiz, en su documentado y extenso ensayo Crisis económica y apocalipsis, a día de hoy algunos países deudores ya han devuelto hasta 7 veces más la deuda que tenía hace 25 años. Según este mismo autor, a los países acreedores no les interesa cancelar la deuda porque les supone, no sólo una fuente de ingresos, sino también una situación en las que pueden imponer condiciones políticas y económicas favorables a los países deudores.

En muchos de estos países la deuda no sólo ha disminuido, sino que encima ha aumentado. Y, según el analista Ignacio Ramonet, algunos países del Tercer Mundo invierten más dinero en devolver los intereses de esa deuda que en su propio desarrollo. ​La deuda externa actúa como una carga para los países endeudados sin permitirles salir de su situación de empobrecimiento. A modo de ejemplo, los 38 países más pobres del mundo gastan más en la devolución de la deuda que en salud.

Pero en este post, además de insistir en la situación de injusticia generada a partir de la deuda externa, lo que me gustaría resaltar es la idea de que actualmente son los países enriquecidos los que realmente están en deuda con los países empobrecidos a causa del impacto social, político, económico y ecológico de sus planes de expansión capitalista. Este era y es el mensaje de algunas campañas de condonación de la deuda como la del Jubileo 2000, Deuda externa, deuda eterna, o ¿Quién debe a quién?

Desde la campaña Quién debe a Quién se habla de la deuda ecológica como “la obligación y responsabilidad que tienen los países industrializados del Norte con los países del Tercer Mundo, por el saqueo y usufructo de sus bienes naturales: petróleo, minerales, bosques, biodiversidad, bienes marinos; a costa de la energía humana de sus pueblos y de la destrucción, devastación, y contaminación de su
patrimonio natural y fuentes de sustento
”.

Por tanto, la deuda ecológica hace referencia a la deuda contraída por los países del centro con los países de la periferia debido a las exportaciones, por parte de los primeros, de materias primas y productos primarios a bajo precio sin tener en cuenta los daños ambientales producidos en los países de la periferia y ocupando espacio ambiental para depositar los residuos del centro.

Este concepto, como expresa Daniela Russi, se basa en la idea de justicia ambiental:» si todos los habitantes del planeta tienen derecho a la misma cantidad de recursos y la misma porción de espacio ambiental, los que usan más recursos u ocupan más espacio tienen una deuda hacia los otros”.

Los países enriquecidos no tienen en cuenta sus pasivos ambientales, la suma de los daños no compensados producidos al medio ambiente a lo largo de su historia. Se denomina pasivos ambientales a las actividades con alto impacto ambiental generadas in situ en los ecosistemas, ya sea por extracción de recursos, por reordenación del territorio, por introducción de especies foráneas, etc., y que además deteriora la base para el desarrollo de los pueblos afectados.

Y, por último, en la deuda ecológica contraída por los países enriquecidos hacía los países explotados, también se debería incluir la deuda de trabajo contraída por la explotación humana. Se trata de fuerza de trabajo que, desde un punto de vista ecológico, es energía no justamente remunerada sobre la que se ha construido el sistema capitalista actual.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.