¿Pueden los algoritmos de las redes sociales ser objetivos y/o neutros?

Resumen: Los algoritmos de las redes sociales están compuestos por operaciones secuenciadas con una finalidad concreta. Se trata de un ordenamiento previo a la programación y, por tanto, tiene que ver con la planificación y el proceso en las acciones y la toma de decisiones. A menudo se presentan los algoritmos como formulas matemáticas objetivas y neutras. Sin embargo, en el momento que un algoritmo ha sido programado por una persona o grupo de personas (y con una intencionalidad concreta), la neutralidad no es posible. Pero pese a la falta de objetividad y neutralidad en los algoritmos de las principales redes sociales, tampoco podemos obviar los ejemplos de algunas organizaciones y movimientos sociales que han conseguido usar estas plataformas como herramientas de empoderamiento ciudadano.

Palabras clave: algoritmos, neutralidad, transparencia, redes sociales.

¿Qué es un algoritmo?

Antes de reflexionar sobre la influencia de los algoritmos, quizás conviene aclarar qué son para entender su funcionamiento. Para ello podemos acudir algunas fuentes importantes como el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE): 1. m. Conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema. 2. m. Método y notación en las distintas formas del cálculo.[1]

Por su parte, Wikipedia lo define como un conjunto prescrito de instrucciones o reglas bien definidas, ordenadas y finitas que permiten llevar a cabo una actividad mediante pasos sucesivos que no generen dudas a quien deba hacer dicha actividad.​ Dados un estado inicial y una entrada, siguiendo los pasos sucesivos se llega a un estado final y se obtiene una solución[2]. Y haciendo referencia a la programación, matiza: un algoritmo es una secuencia de pasos lógicos que permiten solucionar un problema.

Haciendo un repaso a estas y otras definiciones similares podemos extraer dos elementos importantes en común. En primer lugar, se trata de operaciones secuenciadas con una finalidad concreta. Y, en segundo lugar, también están orientas a la toma de decisiones para resolver una determinada problemática.

Por el contrario, conviene añadir que un algoritmo no tiene que ver con los lenguajes de programación, ya que un mismo algoritmo puede representarse en diversos lenguajes de programación. Se trata de un ordenamiento previo a la programación. En este sentido, tiene que ver con la planificación y el proceso en las acciones y la toma de decisiones.

Evolución de los algoritmos en las principales redes sociales online

La mayoría de las redes sociales online comenzaron ordenando las publicaciones que mostraban en los muros de forma cronológica inversa. Es decir, las publicaciones más recientes de nuestra lista de seguidores y seguidoras se mostraban primero, y veíamos publicaciones anteriores a medida que bajábamos en nuestro muro. Esto otorgaba mayor visibilidad, por un lado, a las publicaciones más recientes y, por otro lado, a las cuentas con mayor nivel de actividad. Sin embargo, aunque hoy día se siga considerando el tiempo y la frecuencia de actualización como un factor importante, en la actualidad lo más determinante es el nivel de interacción que consiga una publicación (likes, reacciones, comentarios, número de veces compartido…, el llamado engagement en el mundo del marketing[3]). No obstante, estos algoritmos son de enorme complejidad y debemos reconocer que hay otros factores que también influyen como la verificación en cuentas oficiales, número de personas seguidoras, tipo de contenidos y formato de las publicaciones…

Pero también en muchos casos, una parte de estos algoritmos permanece secreto. Siendo así, cabe preguntarse porque algunas redes sociales hacen publica una parte de su algoritmo mientras mantienen secretas otras. Por un lado, al hacer pública una parte del algoritmo, se facilita que las personas usuarias se comporten acorde al funcionamiento ideal planificado por la propia red social. Por otro lado, al permanecer secreta otra parte, también se dificulta a las redes sociales de la competencia copiar sus “fórmulas de éxito” y, al mismo tiempo, también se pueden mantener ocultas aquellas partes del algoritmo que podrían hacer sospechar a la ciudadanía o desconfiar de las redes sociales por posibles conflictos éticos y morales o atentados contra la privacidad.

Por lo general, en la evolución que han experimentado los algoritmos de las principales redes sociales, muchas organizaciones han comprobado como ha bajado la visibilidad de sus publicaciones y el nivel de interacción con su público destinatario. Para muchas entidades, mantener una buena visibilidad en las redes sociales se ha convertido en algo complejo y que requiere de conocimientos especializados y una gran inversión de tiempo. Es así como cada vez ha ido cobrando más importancia el marketing social digital. Esto se puede ilustrar en la postura de algunas organizaciones como la empresa de cosméticos Lush UK, que en abril de este año 2019 tomó la decisión de abandonar algunas de sus redes sociales por la dificultad de luchar contra los algoritmos: Las redes sociales nos están haciendo cada vez más difícil comunicarnos directamente. Estamos cansados de luchar con algoritmos y no queremos pagar por aparecer en tu newsfeed[4].

Esta evolución en los algoritmos podría esconder dos aspectos a tener en cuenta buscando una doble rentabilidad:

  • Por un lado, obligar a las organizaciones a pagar por recuperar la visibilidad y generar una mayor interacción a través de la creación de anuncios y publicaciones patrocinadas.
  • Por otro lado, monetizar la actividad de las personas usuarias ofreciendo anuncios personalizados, realizando estudios de mercado, monitorización y venta de datos…

La falsa neutralidad y objetividad de los algoritmos en las principales redes sociales online

A menudo se presentan los algoritmos como formulas matemáticas objetivas y neutras. Sin embargo, algunos expertos como la Doctora en Matemáticas Cathy O’Neal, ponen de manifiesto las desigualdades y la intención de control social que producen algunos de los algoritmos actuales en Internet: Sirven para calificar a profesores y estudiantes, conceder (o negar) préstamos, ordenar currículos, evaluar a los trabajadores, dirigir a los votantes, determinar horarios comerciales e incluso fijar condenas judiciales[5].

En el momento que un algoritmo ha sido programado por una persona o grupos de personas, y con una intencionalidad concreta, la neutralidad no es posible. Podemos decir, junto con Cathy O’Neil, que un algoritmo puede ser tan machista, racista o discriminador como aquel que lo diseña[6]. Por su parte, el profesor de Comunicación Audiovisual y Publicidad José Antonio Gabelas, asegura que, a diferencia de los algoritmos convencionales, trazados en fórmulas matemáticas elementales, los que utilizan Google, Facebook y Amazon, resuelven tareas mientras procesan datos, así se convierten en plataformas que ofrecen información personalizada, de interés para cada usuario. Ni los algoritmos son equitativos ni las fuentes elegidas para construir su base de datos están libres de sesgos y prejuicios[7].

Revisando el comportamiento de los algoritmos en las principales redes sociales podemos identificar cinco efectos para la ciudadanía digital:

  • El llamado Filtro Burbuja, que personaliza contenidos y dificulta una lectura compleja y más objetiva de la realidad. Esto sobre todo lo podemos comprobar actualmente en el funcionamiento de las principales redes sociales que dan más visibilidad al contenido de personas y organizaciones afines y con los que más interactuamos.
  • La perpetuación de estereotipos a través de los contenidos compartidos en las redes sociales. Se otorga más visibilidad a lo que más se consume, por lo que se retroalimentan los contenidos típicos propios de los medios de comunicación y la publicidad y que están cargados de prejuicios y estereotipos.
  • La priorización de los contenidos de quien ya cuenta con más visibilidad: Los usuarios quedan atrapados en los flujos de contenidos filtrados por las grandes plataformas, por los que todos terminan viendo la misma información, comprando los mismos productos y viendo los mismos vídeos (Van Dijck, 2016: 256). Los contenidos con mayor impacto en las redes son los de los llamados Influencers, personas que ya cuentan con popularidad e influencia en la opinión pública. Esto se debe a un sistema de puntuación de los contenidos que resulta competitivo y meritocrático.
  • Los algoritmos de las principales redes sociales como uno de los principales constructores de posverdad. Wikipedia define este concepto como la distorsión deliberada de una realidad, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales,​ en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales[8]. La relación con las redes sociales tiene que ver con la visibilidad que tienen las Fake News y sus posibilidades para crear opinión, la mitificación de la figura del influencer, la personalización de contenidos a partir del Big Data… Podemos afirmar junto con David García Martín que los relatos anclados en la posverdad son aquellos que no se fundamentan en los hechos, sino en la conexión con las emociones, las creencias y las experiencias previas de los individuos. Sólo desde procedimientos de posverdad podemos explicar algunos de los sucesos que han sacudido al mundo en 2016, como el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses o el brexit (García Marín, D. 2017)[9]. Javier de la Cueva también nos advierte de la carga política propia de la posverdad que hay en las redes sociales: los funcionamientos de las redes sociales siguen en muchos aspectos el diseño propagandístico realizado por Goebbels (quizás la identidad más evidente es la de los hashtags de Twitter, que corresponden a las etiquetas goebbelianas (De la cueva, J. 2015)[10]
  • Los algoritmos como herramientas de vigilancia y control social. Las redes sociales actuales también se han convertido no sólo en el estudio y vigilancia del comportamiento humano, sino también suponen un mecanismo de control. Son ya numerosos los ejemplos de censura y denuncias a humoristas, artistas o ciudadanía en general que se producen en las redes sociales y suponen un ataque a la libertad de expresión. Incluso reconociendo que a menudo las redes también son medios para los discursos del odio o los ataques al honor. Sin embargo, Javier de la Cueva, en el Manual del Ciberactivista, nos recuerda la prevalencia del Derecho a la Libertad de Expresión sobre el Derecho al Honor citando la sentencia de la Sección 12 de la Audiencia Provincial de Madrid con fecha 28 de mayo de 2014 en jurisprudencia con los Tribunales Supremo y Constitucional, así como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos: en principio es prevalente el Derecho a la Libertad de Expresión sobre el Derecho al Honor, de tal manera que incluso expresiones o manifestaciones desabridas, molestas o hirientes pueden quedar cobijadas y amparadas por la Libertad de Expresión (o.p.). Sin embargo, hemos visto como desde muchos partidos políticos se ha legislado para regular los contenidos de las redes sociales, así como su capacidad de movilización y coordinación, con una clara intención ideológica, económica o de control social. La principal justificación se fundamenta en no dar visibilidad a contenidos nocivos o los discursos de odio. Sin embargo, los algoritmos se muestran ineficaces, censurando contenidos no nocivos (una madre dando de mamar a su bebé, una obra artística que incluye un desnudo…), mientras que en otras ocasiones se permiten contenidos violentos (como el asesinato de un animal o una agresión grabada y difundida por las redes).

¿Pueden los algoritmos ser éticos?

Pese a la falta de objetividad y neutralidad reconocida en los algoritmos de las principales redes sociales, tampoco podemos obviar los ejemplos de algunas organizaciones y movimientos sociales que han conseguido usar estas plataformas como herramientas de empoderamiento ciudadano. Algunos ejemplos son el 15M o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). A partir de la existencia de este tipo de ejemplos, me atrevería a asegurar dos premisas:

  • Por un lado, pese a los intereses contrarios de quien programa un algoritmo, las personas y organizaciones tienen cierta capacidad de reapropiarse de estas herramientas para sacar provecho en beneficio propio o colectivo.
  • Por otro lado, el uso crítico y responsable de las redes sociales también ponen de manifiesto que podrían existir otras clases de algoritmos alternativos que premian los contenidos de calidad, favorezcan la creatividad, promuevan la cooperación, sean 100% transparentes y auditables… en definitiva, que pongan a las personas en el centro y no éstas al servicio de interese políticos y económicos.

Conclusiones

Los algoritmos se componen de operaciones secuenciadas con una finalidad concreta y orientadas a la toma de decisiones. A menudo se presentan los algoritmos como formulas matemáticas objetivas y neutras. Sin embargo, en el momento que un algoritmo ha sido programado por una persona o grupos de personas con una intencionalidad concreta, la neutralidad no es posible.

Revisando el comportamiento de los algoritmos en las principales redes sociales podemos identificar 5 efectos para la ciudadanía digital: el Filtro Burbuja, la perpetuación de estereotipos, la priorización de los contenidos de quien ya cuenta con más visibilidad, los algoritmos como uno de los principales constructores de posverdad y los algoritmos como herramientas de vigilancia y control social.

Pese a la falta de objetividad y neutralidad de los algoritmos en las redes sociales, no podemos obviar los ejemplos de organizaciones y movimientos sociales que han conseguido usar estas plataformas como herramientas de empoderamiento ciudadano. Las personas y organizaciones tienen cierta capacidad de reapropiarse de estas herramientas para sacar provecho en beneficio propio o colectivo y, por otro lado, el uso crítico y responsable de las redes sociales también ponen de manifiesto que podrían existir otras clases de algoritmos alternativos que pongan a las personas en el centro y no éstas al servicio de interese políticos y económicos.

Bibliografía

Aparici, R., Escaño, C. y García Marín, D. (Coords) (2017): Comunicar y educar en el mundo que viene. Barcelona: Gedisa editorial.

Costa, T. (27/10/2018). RockContent: Algoritmo de Redes sociales: ¿Cómo funcionan Instagram, Facebook, LinkedIn y Twitter y cómo desempeñarse mejor en cada uno de ellos? Recuperado el 21/05/2019 de https://rockcontent.com/es/blog/algoritmo-de-las-redes-sociales.

De la Cueva, J. (2015): Manual del ciberactivista. Teoría y práctica de las acciones micropolíticas. Bandaáparte Ediciones.

Del Castillo, C. (29/10/2018). Eldiario.es: La próxima revolución política será por el control de los algoritmos. Recuperado el 21/05/2018 de https://www.eldiario.es/tecnologia/proxima-revolucion-politica-control-algoritmos_0_830117867.html.

El País Retina (28/04/2019): Lush UK deja las redes sociales: “Estamos cansados de luchar con algoritmos”. Recuperado el 17/05/2019 de  https://retina.elpais.com/retina/2019/04/22/tendencias/1555937287_051990.html.  

Gabelas, J. A. (28/12/2018). Disidentia: La despenalización de los algoritmos. Recuperado el 21/05/2019 de https://disidentia.com/la-despenalizacion-de-los-algoritmos/.

Pérez Soler, S. (04/11/2018). La Vanguardia: Los algoritmos aumentan las desigualdades sociales. Recuperado el 21/05/2019 de https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20181104/452679547719/algoritmos-desigualdad-cathy-oneil.html.


[1] Real Academia Española. Algoritmo. En Diccionario de la lengua española. Recuperado el 16/05/2019 de https://dle.rae.es/?id=1nmLTsh .

[2] Algoritmo (sin fecha). En Wikipedia. Recuperado el 16/05/2019 de https://es.wikipedia.org/wiki/Algoritmo.

[3] Podemos encontrar un buen resumen de cómo funcionan los algoritmos de las principales redes sociales en el siguiente artículo: Algoritmo de Redes sociales: ¿Cómo funcionan Instagram, Facebook, LinkedIn y Twitter y cómo desempeñarse mejor en cada uno de ellos? https://rockcontent.com/es/blog/algoritmo-de-las-redes-sociales/ (consulta: 21/05/2019)

[4] El País Retina (28/04/2019): Lush UK deja las redes sociales: “Estamos cansados de luchar con algoritmos”. Recuperado el 17/05/2019 de  https://retina.elpais.com/retina/2019/04/22/tendencias/1555937287_051990.html.

[5] Pérez Soler, S. (04/11/2018). La Vanguardia: Los algoritmos aumentan las desigualdades sociales. Recuperado el 21/05/2019 de https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20181104/452679547719/algoritmos-desigualdad-cathy-oneil.html

[6] del Castillo, C. (29/10/2018). Eldiario.es: La próxima revolución política será por el control de los algoritmos. Recuperado el 21/05/2018 de https://www.eldiario.es/tecnologia/proxima-revolucion-politica-control-algoritmos_0_830117867.html.

[7] Gabelas, J. A. (28/12/2018). Disidentia: La despenalización de los algoritmos. Recuperado el 21/05/2019 de https://disidentia.com/la-despenalizacion-de-los-algoritmos/.

[8] Posverdad (sin fecha). En Wikipedia. Recuperado el 23/05/2019 de  https://es.wikipedia.org/wiki/Posverdad.

[9] Aparici, R., Escaño, C. y García Marín, D. (Coords) (2017): Comunicar y educar en el mundo que viene. Barcelona: Gedisa editorial.

[10] De la Cueva, J. (2015): Manual del ciberactivista. Teoría y práctica de las acciones micropolíticas. Bandaáparte Ediciones.

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