Escenarios virtuales para la participación

Introducción

Para este ensayo se han revisado diversos materiales compartidos en la webgrafía y bibliografía que acompaña este texto. Por otro lado, también se han analizado diversas plataformas y herramientas de comunicación 2.0 y de construcción colectiva de contenidos. Las herramientas y plataformas analizadas han sido Medium (microblogging), Quora (plataforma de preguntas y respuestas colectivas), Wikipedia (enciclopedia colaborativa), Wikitribune (periodismo y noticias), Slack (gestión de proyectos y trabajo en equipo), Google Drive (repositorio de archivos y edición colaborativa de documentos), Telegram (mensajería instantánea), Instagram (red social centrada en compartir contenido visual), Facebook (red social generalista) y Snapchat (mensajería instantánea efímera).

En el análisis de estas herramientas se han respondido a las siguientes preguntas: descripción general, capacidad para construir comunidades, tipología de esas comunidades, políticas de moderación y protocolos/herramientas de comunicación. En este ensayo se comparten algunas conclusiones generales tras este trabajo de análisis realizado.

Construcción colectiva de conocimiento y creación de comunidades virtuales

Tras el análisis realizado podemos afirmar que existe una gran variedad en cuanto a la tipología de comunidades asociadas a las diversas plataformas. Algunas de estas comunidades se construyen a través de conexiones entre personas con intereses afines. Por ejemplo, en Medium, las personas usuarias de la plataforma destacan la posibilidad de conectarse con otros autores/as de temáticas afines o por el interés y encontrar audiencias de calidad. Es el caso también de los grupos de Facebook o Telegram, que agrupan a comunidades interesadas en debatir sobre una temática común sin necesidad de establecer otros tipos de conexiones de afinidad. Por lo general, estas comunidades usan estas plataformas para debatir sobre temáticas de interés común, informarse, coordinarse y planificar acciones, intercambiar conocimientos o como complemento formativo, acceso a la cultura, mantener una comunicación interna en grupos organizados… por poner algunas de las motivaciones principales de las personas que componen estas comunidades.

En este tipo de comunidades, aunque habitualmente se cuenta con diferentes roles de moderación y administración (creadores del grupo, administradores, autores…), se lleva a cabo una comunicación horizontal. Cualquier miembro del grupo puede realizar aportaciones, ver y comentar o debatir las aportaciones de otras personas. Sin embargo, no se puede generalizar con el nivel de compromiso y los lazos de conexión entre los diferentes miembros de la comunidad, que puede variar enormemente en función de factores como el tamaño del grupo, la temática o interés compartido, los objetivos para los que se crea un determinado grupo, si hay conexión entre la comunicación online y las acciones online, si sólo es una comunidad virtual o esa comunidad esta previamente organizada, la temporalidad del grupo…

Por otro lado, otro tipo de comunidades son aquellas cuyo interés común no es tanto conectar con otras personas (aunque a veces también), sino sobre todo el compromiso compartido con los objetivos de una determinada plataforma. Tal es el caso de las comunidades de personas voluntarias de Quora o Wikipedia, cuya motivación común es la construcción colectiva de conocimiento. A menudo, este tipo de comunidades también se organizan fuera de línea, aumentando su nivel de compromiso y estableciendo lazos de conexión con otras personas. Tal es el caso, por ejemplo, de los Wiki maratones temáticos que organizan algunos colectivos para revisar artículos de Wikipedia. Estos actos suelen estar organizados por grupos o colectivos previamente organizados como asociaciones de medicina, profesorado e investigadores del ámbito académico, asociaciones y colectivos sociales como grupos feministas o ecologistas… Algunas de estas personas participantes en la construcción colectiva de conocimiento también adquieren cierto grado de reconocimiento y notoriedad dentro de la comunidad en la que participa, debido al volumen o calidad de sus aportaciones.

Este tipo de plataformas, a menudo, también incorporan algunas funcionalidades propias de las redes sociales destinadas a crear comunidad y generar mayor interacción: seguir un determinado tema de discusión o seguir a un usuario, recibir notificaciones de nuevas respuestas a una determinada pregunta, votar respuestas, compartir las aportaciones, preguntas y respuestas en otras redes sociales…

Una tercera tipología de comunidad usuaria de algunas de estas plataformas podrían ser aquellos grupos organizados previamente fuera de línea, formalmente constituidos y con un carácter de permanecer en el tiempo. Podría ser el caso de asociaciones, colectivos sociales, grupos de trabajo, equipos profesionales… Este tipo de comunidades usan algunas de las plataformas analizadas como Slack o Google Drive como herramientas para la coordinación y comunicación interna. La capacidad de construir comunidad de este tipo de plataformas viene condicionada por la necesidad de trabajo en equipo online de un grupo de personas dentro de una organización o colectivo. Las principales motivaciones para el uso de estas plataformas pueden tener que ver con la necesidad de compartir documentos y archivos, reparto de tareas, realizar reuniones virtuales…

Según lo anterior, las posibilidades de consolidación de un grupo vendrán marcadas por el nivel de uso y compromiso en la implementación de esta herramienta en la metodología de trabajo del grupo y la planificación de acciones a llevar a cabo por el mismo grupo. Esta metodología y la implementación de estas herramientas, para ser efectiva, requiere de una comunidad de usuarios y usuarias acostumbradas a trabajar online de forma colaborativa. En ocasiones, he comprobado cómo se ha intentado implementar este tipo de recursos en grupos de trabajo sin demasiado éxito porque no todo el mundo tenía el mismo acceso, no sabían manejar estas herramientas o no se compartía la necesidad de implementar estos recursos. Por eso creo importante que este tipo de comunidades tengan interiorizada previamente la necesidad de trabajar en equipo a través de estas metodologías online, sabiendo que también puede ser una forma de coordinación complementaria a otros espacios.

Por último, podemos identificar un cuarto tipo de comunidades conectadas en base a diferentes niveles de afinidad, desde un punto de vista más afectivo y/o relacional. Se trataría del tipo de comunidades habitualmente construidas alrededor de herramientas de mensajería privada como Telegram o Snapchat, las conexiones de “amistad” de los perfiles personales de Facebook, o la lista de contactos de Intagram. No obstante, estas comunidades pueden ser muy heterogéneas y las conexiones responder a diferentes tipos de lazos relacionales: compañeros y compañeras de trabajo, familiares, amistades…

Por otro lado, algunas de estas herramientas, también permiten la creación de comunidades alrededor de una temática, marca, medio, organización… Es el caso, por ejemplo, de las páginas de Facebook, los canales de Telegram o las cuentas de empresa de Instagram. En estos canales las publicaciones de la entidad administradora tienen más visibilidad que el resto de la comunidad, por lo que no es una comunicación igual de horizontal que la que se da en los grupos o perfiles personales. No son espacios destinados tanto a generar debate, sino a informar. Sin embargo, en ocasiones también se facilitan espacios de debate promovidos por estos canales, aunque sobre todo suelen tener la finalidad de dar visibilidad a la organización en cuestión, buscar una interacción mayor con la comunidad o ganar seguidores/as.

Es importante reconocer como este tipo de herramientas han contribuido a redefinir el tipo de relaciones sociales que mantenemos actualmente. Algunos autores hablan de Sociedad Red (Manuel Castells), Sociedad Aumentada (Dolors Reig), Cultura de la Convergencia (Henry Jenkins), Sociedad Líquida (Bauman)… para otorgar protagonismo a como el uso actual de las TIC ha cambiado nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos. A través de las relaciones sociales mediadas por la tecnología influimos a otras personas y comunidades y, al mismo tiempo, también somos influidos por esas mismas personas y comunidades (a nivel personal y social).

También hemos incorporado a nuestras vidas este tipo de herramientas tecnológicas al servicio de las redes sociales, como una forma de hacer extensible nuestra personalidad (una parte, al menos) y mostrarla a nuestros semejantes. Buscando así reforzar la construcción de nuestra identidad a través de la interacción y el feedback recibido por las otras personas con las que interactuamos.

Esto es especialmente significativo si hablamos de algunos colectivos como la juventud o la adolescencia, donde las redes sociales online actualmente suponen uno de los principales contextos de socialización y construcción de comunidad. Esto lo podemos comprobar en algunas de las herramientas analizadas protagonizadas por la juventud como Snapchat o Instagram, plataformas centradas en compartir imágenes, así como en seguir a algunos de sus referentes e ídolos.

En este sentido, estas nuevas posibilidades de relación mediadas tecnológicamente, al mismo tiempo que suponen nuevas posibilidades relacionales, acceso a la cultura y de construcción colectiva del conocimiento, también han posibilitado nuevos espacios para prácticas de riesgo como ciberacoso, acceso a contenidos inapropiados, discursos de ocio, fake news, malas prácticas de sexting… Por eso, también se reconoce la importancia de llevar a cabo en los contextos educativos y familiares prácticas encaminadas a la enseñanza de un uso crítico y responsable de las TIC.

Posibilidades, herramientas y protocolos de comunicación

La mayoría de las herramientas analizadas comparten similares opciones de publicación de contenidos basadas en creación y edición de textos, compartir enlaces, compartir contenido multimedia como imágenes o videos, alojamiento de archivos… Así mismo, muchas también incluyen diversas formas de mantener la comunicación dentro de una determinada comunidad: mensajería privada, chats, comentarios…

Este contenido, también puede organizarse e indexarse de diversa manera y con diferente nivel de visibilidad. Algunos ejemplos basados en las plataformas analizadas son los historiales de revisión de contenidos, las menciones entre personas de una comunidad, las etiquetas y hashtags que agrupan bajo un mismo enlace un determinado contenido… A este respecto, es destacable como algunas de estas funcionalidades, tras desarrollarse para una plataforma en concreta, se replica o “copia” en otras. Tal es el caso de los hashtags inicialmente creados en Twitter y ahora presentes en la mayoría de redes sociales; o las Stories creadas en Snapchat y ahora muy populares en Instagram o Facebook.

Para facilitar la interacción y la participación de los diferentes miembros de una comunidad, estas plataformas incluyen algunas funcionalidades como el feed de noticias que muestra los contenidos de una lista de amigos, contactos o seguidores, sistemas de alerta y notificaciones personalizadas ante determinadas acciones dentro de una plataforma o posibilidades de suscripción o seguimiento de determinados contenidos o personas. Además de estas posibilidades de comunicación y de publicación de contenidos, muchas de las plataformas también incorporan funcionalidades técnicas para compartir el contenido publicado en otros espacios como otras redes sociales. Esto, en ocasiones, permite una mayor apertura y visibilidad de los contenidos, mayores posibilidades de interacción, y la conexión e incorporación de nuevas personas o comunidades.

Por otro lado, para facilitar el uso masivo de las herramientas analizadas en los múltiples dispositivos tecnológicos actuales, la mayoría de las plataformas cuentas con aplicaciones para diversos sistemas operativos y/o versiones web en la nube.

Además, muchas de las plataformas también tienen la posibilidad de integrarse con herramientas complementarias para ampliar las posibilidades. Algunas de estas herramientas tienen que ver con tener acceso a estadísticas, generar nuevo contenido o la posibilidad de editarlos antes de compartirlo, nuevas formas de interacción como concursos o juegos… Y, algunas de las plataformas, también facilitan algunas de sus reglas de código (API) y directrices de programación para que otras personas o entidades programadoras puedan desarrollar nuevas aplicaciones complementarias.

Otro aspecto a destacar en este apartado podría tener que ver con la visibilidad que tienen esas opciones de publicación en las diferentes plataformas. En algunas de las plataformas analizadas, como Medium, Facebook o Instagram, podemos encontrar algoritmos que privilegian un determinado contenido por encima de otro. Esta priorización puede basarse en preferencias y opciones de personalización de un usuario en cuestión (creando el llamado efecto burbuja que muestra más contenidos afines a un determinado perfil); o bien, priorizar y otorgar una posición con mayor visibilidad en la plataforma al contenido que reúne un nivel mayor de interacción: más likes, comentarios, lecturas, votos…

Y, un último aspecto que creo se debe destacar antes de acabar con este apartado, serían los protocolos y sistemas de filtrado y análisis de la información para detectar malas prácticas como spam, contenido malicioso, fake news… Sin embargo, a menudo se comprueba cómo estos algoritmos son imperfectos, permitiendo, a veces, contenido que vulnera los derechos humanos; mientras que en otras ocasiones censura publicaciones que podrían considerarse adecuadas faltando al derecho de libertad de expresión.

Políticas de publicación de contenidos y condiciones de uso

En la mayoría de las plataformas analizadas podemos hablar de dos tipos de políticas de publicación y moderación de contenidos. Por un lado, encontramos las medidas y normas consensuadas por un grupo o impuestas por una persona con un rol de administrador o moderador en una determinada comunidad. Estas normas no dependen tanto de las condiciones de uso de la plataforma o sus características técnicas, sino más bien de las normas relacionadas con la autogobernanza de la comunicación de una determinada comunidad. Se trataría, por ejemplo, de la revisión de mensajes por parte de una persona administradora antes de su publicación, si existen normas de “netiqueta”, que personas o tipos de perfiles pueden publicar o mandar mensajes… Estas políticas, según sean más restrictivas o flexibles, definirán el grado de apertura y horizontalidad de la participación en una comunidad virtual.

Por otro lado, tendremos también que tener en cuenta las políticas y condiciones de uso que establece de forma previa y ajena la plataforma en la que nos registramos. Tras el análisis de las plataformas estudiadas, podemos ver algunas políticas y condiciones de uso comunes que tienen que ver con:

  • Establecer una edad mínima para registrarse, y que habitualmente varía entre 13 y 14 años,
  • Cumplir con la normativa actual en cuanto a Propiedad Intelectual. Tanto a la hora de poseer los derechos sobre el contenido a publicar, como la necesidad de ceder a la plataforma licencias de uso no exclusivas de ese contenido.
  • Hacer responsable a los usuarios del contenido publicado, eximiendo de toda responsabilidad a la plataforma.
  • El compromiso por parte del usuario a evitar malas prácticas en la publicación de contenidos como spam, contenido violento, suplantación de identidad, robo de información….

Bibliografía y webgrafía

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Terminología asociada consultada:

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